Escena cotidiana. Prolongación del dolor.

Escena cotidiana. Prolongación del dolor explora zonas oscuras en un diálogo a dos voces: una se expresa en segunda persona; la otra está ausente y bien podría ser la persona que lee. En el fondo, se trata de dos figuras que pueden leerse como partes de una misma personalidad escindida, una suerte de ‘yo’ que dialoga consigo mismo en un juego de espejos y disociaciones.
A través de un lenguaje fragmentado e introspectivo, se aborda la experiencia del autodesprecio. La estructura circular y repetitiva del texto explora una serie de sucesos traumáticos que apenas se mencionan salvo en contadas ocasiones, invitando al lector a sumergirse en una reflexión que trasciende lo anecdótico para encontrar, en la salida de sí, una verdad incómoda y, al mismo tiempo, liberadora.